En la era digital, la velocidad y eficiencia de los dispositivos electrónicos son aspectos fundamentales para el día a día.
Porque la gran mayoría de las personas ya se ha acostumbrado a tener todo en el alcance de sus manos gracias al teléfono móvil. Y a tenerlo ni bien se lo pide, claro.
Sin embargo, es común que, con el tiempo, la rapidez inicial de un teléfono, computadora o tableta disminuya, lo que genera frustración.
Este fenómeno, conocido como ralentización, puede deberse a diversas razones, desde la acumulación de archivos innecesarios hasta la obsolescencia programada.
Conocer las posibles causas de la ralentización de los dispositivos es el primer paso para, luego, obtener consejos prácticos que permiten revertirla y mejorar el rendimiento de los equipos.
Qué hacer si mi dispositivo se ralentiza con el tiempo
Antes de tomar medidas, hay que comprender por qué tu dispositivo ha perdido velocidad. La sobrecarga de aplicaciones en segundo plano, la falta de espacio de almacenamiento y la presencia de software malicioso (malware) son algunas de las causas más comunes de que los aparatos funcionen más lentos.
Para conocer cuál es el problema, existen herramientas de diagnóstico del sistema y aplicaciones especializadas que permiten identificar el origen de la ralentización y tener una visión clara de lo que está afectando el rendimiento del dispositivo.
La acumulación de archivos innecesarios es una causa bastante común. Por ello, cada tanto, conviene eliminar aplicaciones que no sean de utilidad, borrar archivos temporales y guardar fotos y videos en la nube o a un dispositivo de almacenamiento externo, sacándolo del teléfono o la compu.
Otra opción: utilizar aplicaciones de limpieza que automatizan este proceso, liberando espacio y mejorando la velocidad.
Actualizar el software de los dispositivos
Mantener el dispositivo actualizado, mediante las últimas versiones de software proporcionadas por el fabricante, es otro buen consejo. Las actualizaciones suelen incluir mejoras de rendimiento y parches de seguridad que contribuyen de manera significativa a la optimización del dispositivo.
Ignorar estas actualizaciones (es verdad que a veces los dispositivos se ponen pesados con las solicitudes de actualizaciones permanentes) puede hacer que este dispositivo sea más vulnerable a problemas de rendimiento y de seguridad.
Otro consejo consiste en detectar las aplicaciones que se ejecutan en segundo plano y que consumen recursos del sistema sin que el usuario lo note.
Algunas aplicaciones de estas apps pueden consumir una cantidad significativa de energía y memoria, y, así, afectar directamente la velocidad de procesamiento. En este caso, hay que cerrar las aplicaciones innecesarias y utilizar aplicaciones de gestión de recursos para controlar el uso de la CPU y la memoria.
En algunos casos, la ralentización puede deberse a la obsolescencia del hardware. Si bien no siempre es posible actualizar componentes como la memoria RAM o el procesador en dispositivos móviles, en PC o notebooks, existe la posibilidad de realizar mejoras para mantener el rendimiento a niveles óptimos.
La presencia de virus siempre tiene un impacto significativo en el rendimiento. Combatir el malware resulta fundamental y requiere de un software antivirus actualizado que haga análisis periódicos para detectar y eliminar posibles amenazas. Estos programas mantienen a salvo los datos y ayudan a mantener la velocidad del dispositivo.
Si todos los esfuerzos anteriores no logran mejorar el rendimiento, es posible que haya que realizar un respaldo completo de tus datos y restaurar tu dispositivo a la configuración de fábrica. Este paso, drástico, por cierto, eliminará cualquier problema persistente de software y devolverá el dispositivo a un estado más rápido y eficiente.