En el fútbol, una lesión ligamentaria puede marcar una trayectoria. Lo sabe Tomás Pozzo, que otra vez -la segunda en menos de un año- se encuentra ante un escenario desolador: la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Ahora en Godoy Cruz, su nuevo club, antes en Independiente, donde se formó. En la jerga de este deporte, se resume en cuatro palabras, que vienen atadas a meses de angustia y lenta rehabilitación: “Se rompió los cruzados”, suele decirse. Anoche, unas horas después del gran triunfo de su equipo ante Racing (2-0 en Avellaneda), el zurdo de 23 años abrió su corazón y escribió un largo posteo en redes sociales, en los que expuso su dolor, sus miedos, pero también sus ganas de salir adelante.
Godoy Cruz, a través del jefe del departamento médico del club, Matías Roby, había confirmado antes del partido que la lesión de Toto -su apodo de siempre- era una rotura de la plástica de la operación anterior del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. “Es un chico de 23 años, son cosas que pasan hoy en el fútbol”, dijo el doctor en Dos de Punta, un programa radial mendocino. La mirada de un médico, que toma con naturalidad algo que observa a menudo. Del otro lado, el sufrimiento de Pozzo. “Se me pasan miles de cosas por la cabeza y estoy muy débil”, escribió, en el inicio de su mensaje.
El exmediocampista de Independiente, que acababa de llegar al club mendocino, deberá ser intervenido quirúrgicamente y se estima que estará fuera de competencia entre 6 y 8 meses. Sufrió una lesión similar a la que lo postergó durante 2023 en Independiente. La lesión se produjo durante el primer tiempo del partido que el Tomba jugó ante Unión por la fecha 5 de la Copa de la Liga, el martes, cuando el volante apoyó la pierna extendida hacia atrás, durante la disputa de la pelota.
El llanto de Pozzo en el momento de su lesión
Integrante de una camada de jugadores que apareció en primera en momentos difíciles de Independiente, Pozzo sumó 63 partidos y 4 goles desde su debut, el 22 de noviembre de 2020, en el 0-0 como local ante Central Córdoba de Santiago del Estero, por la Copa de la Liga. Ese día jugó 13 minutos, los últimos del partido: tenía 20 años, que había cumplido el 27 de septiembre. Nació en Adrogué, mide 1,68 metro y su zurda recorrió todas las juveniles del club antes de llegar a primera.
El 13 de marzo de 2023 hizo un mal movimiento en un entrenamiento, y unas horas más tarde se conoció el diagnóstico, idéntico al de ahora: rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. “Tengo el alma destrozada. Estaré lejos de lo que más amo en este mundo y dedico mi vida entera por un largo tiempo”, escribió esa vez. Volvió a jugar el 16 de agosto, antes de lo previsto, y ante Central Córdoba, en la Copa Argentina. Fueron 45 minutos de felicidad. Desde entonces, apenas tuvo otros 7 minutos de acción en el año, ante Huracán. Se fue de Independiente a fin de 2023: Godoy Cruz abonó 1.000.000 de dólares por el 70% del pase.
Los posteos en redes de Pozzo
Desde que llegó a Godoy Cruz, dispuesto a arrancar de cero en un club que le iba a dar oportunidades, Pozzo estuvo a la altura de las expectativas de Daniel Oldrá, el entrenador. Participó de los cinco partidos, hasta que llegó el momento de la lesión ante Unión. En su debut (2-0 a Defensa y Justicia) le dio una asistencia de gol a Hernán López Muñoz, la gran figura del equipo, incluso.
“Entonces pienso si realmente esto no es para mí. No lo sé. Hoy solo sé que necesito tiempo y pensar las cosas bien. Estaba tan feliz, me sentía tan cómodo con el amor y el cariño de la gente día a día. (…) Tengo una personalidad cerrada y me cuesta contar cómo me siento. Pero esta vez tengo un gran dolor en el pecho que no me deja respirar”, se lee en el mensaje del futbolista. Y agrega: “Lamentablemente estamos expuestos a esto en todo momento y a toda hora. No solamente a lesiones de esta magnitud, sino también a la exposición mediática y al qué dirán constante”.
Al final del largo posteo, el joven abre una puerta a la esperanza: “Hoy me toca rodearme de mi círculo más íntimo e intentarlo nuevamente. El fútbol es así, es muy cruel, y no tenemos tiempo de andar replanteando las cosas (…). Finalmente esta tormenta pasará y no me derribará, seguramente vendrán más y acá los esperaré bien plantado”.
LA NACION