CORRIENTES.- El presidente Javier Milei presidió esta noche en Corrientes un acto celebratorio por los diez años ininterrumpidos de actividad del Club de la Libertad, un espacio de reflexión sobre ideas liberales que desde hace años tiene al primer mandatario como uno de sus invitados de honor. Fue un gesto de “gratitud”, según dijo el propio Milei, porque el club le dio lugar cuando no era conocido, e incluso cuando ya pesaban sobre él algunos intentos de censura.
Milei llegó, tal lo previsto, pasadas las 18,30. Aterrizó en el aeropuerto de Corrientes donde lo esperaban el gobernador Gustavo Valdés y el intendente de la ciudad, Eduardo Tassano. Valdés lo saludó, le dio la bienvenida al Taragüí y luego gobernador e intendente le otorgaron las resoluciones que declararon huésped de honor. Valdés, además, le entregó un libro con imágenes e información de las estancias correntinas.
En el aeropuerto no hubo para mucho más. Sólo el saludo y algún cruce de palabras con Karina Milei y el ministro Guillermo Francos. Después, el presidente y su comitiva, que también integró el vocero Manuel Adorni, subieron a una camioneta oscura que los trasladó hasta Espacio Andes, lugar de la celebración libertaria. El gobernador y su equipo hicieron lo propio, pero en vehículos separados.
Mientras eso ocurría en la ruta -dicho sea de paso, un tramo de la ruta 12 que es un proyecto de autovía que está paralizado y forma parte de los reclamos de reactivación por parte de la provincia-, Alberto Benegas Lynch (h) conversaba con Ricardo Leconte (h) sobre asuntos teóricos, en su calidad de asesor académico del Club de la Libertad.
Benegas Lynch fue presentado como inspirador e influencia de Javier Milei, y el catedrático devolvió la gentileza tildando al presidente como “el segundo milagro argentino”, después de Alberdi.
Estaba en la mitad de la conferencia cuando llegó el Presidente y la gente que la seguía en el patio del salón auditorio, empezó a vivarlo sin disimulo. El mandatario correspondió con un breve saludo que hizo estallar el griterío de la gente, un puñado considerable pero que no colmó la capacidad del lugar.
Inmediatamente después, Milei y su hermana, Francos y Adorni se reunieron con el gobernador Valdés por espacio de media hora en uno de las oficinas del lugar. Hasta el momento, no se sabe el contenido de esa reunión. “Sólo estuvimos conversando un poco de varios temas”, dijo Francos, en contacto con LA NACION. También dijo que seguirán las charlas en Salta, pero que Valdés no comprometió su asistencia.
Casi a las 20 en punto, los locutores oficiales dieron la bienvenida a la comitiva y los invitados del club, que nutrieron casi hasta el tope las mil localidades del salón devenido centro de convenciones, entregaron las primeras ovaciones. La más aclamada: Karina Milei. Otro tanto, no menos importante, se llevó Manuel Adorni, un viejo conocido del club, varias veces invitado e incluso orador principal en el acto del año pasado.
Adorni fue el encargado de presentar al presidente, que conversó casi por una hora con su amigo el presidente del Club de la Libertad, Alberto Medina Méndez.
La charla transcurrió lenta mientras hacían un recorrido por la trayectoria de Milei, que incluyó su relación con el club correntino aquellos primeros años en los que el hoy Presidente hablaba para un auditorio de apenas una quincena de personas.
Los primeros aplausos fuertes llegaron cuando Milei, por si hiciera falta, se asumiera anarco-capitalista. “Estoy orgulloso de serlo”, dijo, “lo que pasa es que soy loco, pero no boludo: no como vidrió”, añadió, haciendo ojitos a la concurrencia.
Más tarde, ya en confianza plena, disparó contra los liberales que blanden el “liberalómetro” y luego dirigió sus dardos contra Ricardo López Murphy, a quien, entre otras cosas, lo trató de traidor, basura, empleado de Horacio Rodríguez Larreta y otras linduras. “Para los traidores no hay tábula rasa”, disparó, y cosechó aplausos calurosos, aunque también algunas caras largas, porque entre los libertarios correntinos, e incluso entre los miembros del Club de la Libertad hay dirigentes que todavía se referencian con el exministro de Economía.
Pero no fue ese el momento más incómodo de la exposición. Hubo varios, y que subieron de tono de acuerdo con la elocuencia del Presidente para explicar, por caso, su pelea con Lali Espósito. Esa pelea fue necesaria en esos términos, según su lógica, para explicar el robo que hacen los gobernantes (mencionó al gobernador de la Rioja, Ricardo Quintela), que a través de la cultura, “lavan la cabeza de los ciudadanos”, dijo. Y que eso mismo se reproduce a través de los dispositivos educativos y mediáticos.
“El Estado -ahondó-, es una organización criminal”. Promediaba su alocución y fue cuando recibió la ovación más larga y profunda del auditorio que lo veía en directo y también de la gente que afuera lo seguía por una pantalla gigante.
Fue un momento raro, porque el auditorio estaba conformado por lo más granado de la casta política histórica de la provincia, y por empresarios de todos los tamaños que hicieron carrera y fortuna en relación con el Estado. Incluso lo dijo frente a Francos y al gobernador Valdés, actores que aún tienden puentes para llevar adelante las políticas de gobierno con mínimos consensos. Difícil, sobre todo porque casi sin respirar, el Presidente dijo que “el Congreso es un nido de ratas”. Varios legisladores miraban el piso.
Dada la acogida que tuvieron esas palabras, Milei redobló la apuesta: miró a la cara a los presentes e insistió con su argumento. Dijo que los políticos parten de una premisa falsa, pues creen que la gente los ama cuando en realidad los desprecia. Las sonrisas incómodas se multiplicaron, pero también los aplausos.
Ya sobre el final, señaló para quienes le endilgan falta de ideas, que entre la ley ómnibus y el DNU hay por lo menos mil reformas estructurales que se sustentan en un ajuste ortodoxo, única manera para lograr el déficit cero que ya está logrando. Todos dijeron que no se podía, “pero yo tuve las pelotas para hacerlo, para ajustar”, remarcó y otra ovación cerró la conferencia.
En el final recibió un agradecimiento y algunos presentes de los directivos del Club de la Libertad: un par de medallas, una bandera de Corrientes que dice “Patria, Libertad y Constitución” y una colección de libros editados en 1887 que contiene las obras completas de Juan Bautista Alberdi.
Después de unas selfies con los presentes, el Presidente salió, saludó rápidamente a la gente de afuera y se fue del lugar con rumbo al aeropuerto para emprender el regreso.
Las manifestaciones de la mañana y las que se anunciaron para la tarde quedaron reducidas por el enorme operativo de seguridad montado sobre la zona del acto.
No hubo tiempo para más. Sólo para el comentario repetido de los asistentes que en la procesión de retirada, hacían humoradas sobre las verdades que el presidente les dijo en la cara a cientos de representantes correntinos de la llamada casta.