Es uno de los privilegiados que compartió muchos momentos con el ídolo: desde levantar varios trofeos a convivir en los vestuarios. “A mis hijos y nietos siempre les cuento cosas de él”, asegura. Hoy es DT de Atlético Pilar.
“A mis hijos y nietos siempre les cuento cosas de Maradona”, asegura Osvaldo Escudero. (Fotos: gentileza Osvaldo Escudero)
Osvaldo Salvador Escudero transita su vida con la misma calma que cuando era jugador. A sus 63 años decidió aferrarse junto a su familia a la tranquilidad que le regala la naturaleza de la ciudad de Pilar. “Me gusta estar relajado, pero a la vez estar cerca de la pasión que me sigue dando el fútbol. En esta familia hay dos campeones del mundo, mi hijo Damián, que fue campeón juvenil en el mundial 2007, y el otro soy yo, que di la vuelta con Maradona en 1979″, relata en charla con TN.
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“La camiseta que más quiero es la de Chacarita porque me vio nacer como jugador. Con 17 años ya jugaba con Hugo “Tomate” Pena y Eduardo Delgado. Pero lo que generó el campeonato con el Boca de Maradona fue muy fuerte. Lo de Rosario Central en 1987 también fue maravilloso, pero solo impactó en Rosario”, detalla.
Pichi Escudero fue uno de los jugadores más recordados de la Selección juvenil que pudo gritar campeón. “Me eligió Ernesto Ducchini y me aceptó César Menotti. Lo mío fue todo muy rápido porque estuve en las últimas prácticas previo al Sudamericano que se jugó en Uruguay y era clasificatorio para Japón. A pesar de salir segundos en ese torneo, logramos armar la base del Mundial juvenil. Era un lujo vernos jugar por la calidad de Diego Maradona, Ramón Díaz, Gabriel Calderón y Miguel Candedo. Recuerdo que a la Primera de Racing le ganamos 3-1 en Moreno y al Cosmos con Franz Beckenbauer, Carlos Alberto y Giorgio Chinaglia les metimos cuatro goles. En el Mundial los pasamos por arriba a todos y en la final que la empezamos perdiendo con Unión Soviética la terminamos ganando 3-1.
Escudero tuvo la dicha de jugar con Maradona no solo en la Selección juvenil, sino que pudo disfrutar de aquel recordado Metropolitano 1981. “Siempre fue un pibe simpático y gracioso que jugaba bien al tenis, al básquet y al ping pong. Una vez hicimos una guerra de toallones y lo acorralamos contra una pared. Las toallas tenían un nudo en la punta y le pegamos sin parar. Mirá el corazón que tenía de chico que no solo se pudo escapar, sino que nos empezó a correr a todos. A mis hijos y nietos siempre les cuento cosas de Diego y les digo que para mí fue un orgullo haber jugado con él. Yo pasé de enfrentarlo en juveniles a compartir equipos campeones. Dentro de la vorágine en la que vivía, lo único que sabía es que estaba al lado de un fenómeno. El último partido en la Selección que compartí con Diego fue en la cancha de River y contra Valencia. Ese día festejamos con la gente el campeonato juvenil”.
El actual entrenador de Atlético Pilar recuerda la llegada de Maradona a Boca. “Yo había descendido con Chacarita a la Primera C y me sorprendió el llamado de Boca. Cuando fui a las oficinas del club a firmar se corría el rumor de que se sumaría Maradona. Pensá que yo soy mayor que él solo por 15 días y ambos tenemos sangre correntina. Me firmó una foto que decía ‘Para Pichi con cariño y admiración’. Eso habla del cariño que me tenía. En ese torneo pudimos ganarle a un Ferro que tenía jugadores como el Beto Márcico y Julio César Jiménez. Boca gastó tanta plata en contratar a Maradona que se quedaron sin plata y me tuve que ir a Unión. Recuerdo que nos tocó hacer el servicio militar donde yo me la pasaba haciendo guardias y Diego no tenía tanta responsabilidad como yo, pero supo cumplir con la patria”.
– ¿Cómo comenzó tu locura por el fútbol?
– Me lo inculcó mi papá y lo mamé para toda la vida. Cuando mi viejo me vio llegar a Primera para él fue una revancha. Mi viejo jugaba muy bien pero tuvo que hacer la carrera militar por necesidad y no se pudo dedicar al fútbol, me enseñaba a pegarle con las dos piernas, pararla con el pecho y cabecear.
– ¿Cómo quedaste en Chacarita?
– Nos fuimos a probar con mi hermano en 1972, tenía 12 años. Nos probaron en la playa de estacionamiento de la cancha y el técnico no tuvo mejor idea que probarme de arquero. Parecía una broma. Después por suerte me mandaron a jugar de delantero, puesto en el que hice todas las Infantiles y las inferiores.
¿Siempre llamaste la atención por tu baja estatura?
– A pesar de ser chiquito tenía mucha potencia. Yo no me metía en la fricción, pero sacaba mucha ventaja con la pelota al pie, gambeteando. En todas las inferiores jugué de nueve y salía con la cinta de capitán y la pelota en la mano. Mis compañeros del seleccionado juvenil siempre me recuerdan cuando nos enfrentamos. Hice más goles en inferiores que en Primera porque después empecé a jugar mucho por las bandas.
– ¿Qué significó jugar con el ídolo de Maradona?
– Jugar con Bochini fue otro regalo del fútbol. Hace poco me lo encontré en el centro y no me reconocía. Cuando se dio cuenta nos dimos un gran abrazo. Jugamos juntos en 1985 y me acuerdo de que en un partido contra Temperley le doy dos asistencias al Bocha y pudo hacer dos goles. El segundo lo hizo de cabeza. Cuando Bochini venía gambeteando tenías que estar muy atento porque vos creías que no te registraba, pero te metía una pelota en diagonal y te dejaba mano a mano con el arquero. Con Alejandro Barberón se entendían de maravillas. Ese año Enrique Vidallé le atajó un penal a Claudio Marangoni y Argentinos nos eliminó de la Libertadores.
– No hay mal que por bien no venga…
– José Pastoriza me fue de frente y me dijo que me vaya a Rosario Central. No le erré porque salimos campeones e Independiente fue segundo. Tuve como técnico a un genio llamado Ángel Tulio Zoff, que tenía la virtud de elegir a los jugadores en el momento justo, porque tácticamente antes no se trabajaba tanto como en la actualidad. Además había poco estudio del rival y no existía el video. Era casi todo inventiva del jugador y nosotros resolvíamos cómo jugar. Zoff daba la charla técnica, nos hablaba de las virtudes del rival pero siempre llegaba a la conclusión de que había que atacarlos.
– Hablamos de Maradona y de Bochini. ¿Y Omar Palma?
– Ese fue un jugador que no tiene el reconocimiento que se merece dentro del fútbol. Encaraba hacia adelante y te pintaba la cara. Pero yo tengo que destacar en ese Rosario Central al “Pato” Roberto Gasparini, un verdadero crack. Gasparini en ese Central campeón me asistió más que el Negro Palma. Ese tipo me metía pelotas al vacío donde yo no tenía la necesidad de desbordar. En los entrenamientos Jorge Fosatti la pasaba mal cuando le pateaban Palma, Gasparini y Hugo Galloni.
– ¿Por qué ese equipo no logró ser protagonista de la Libertadores?
– Porque de cuatro equipos solo se clasificaba uno. Les ganamos a Táchira y Estudiantes de Mérida los dos partidos, le empatamos a Independiente en Rosario, donde merecimos más, y en Avellaneda nos ganaron bien. Ese era un equipo para llegar a la final porque tenía a Edgardo Bauza en la defensa, un mediocampo donde el único defensivo era Mario Cornaglia, porque después te atacaban todos. Ese equipo le ganó al Napoli de Maradona en el San Paolo. Por suerte lo pude jugar y volví a abrazar a Maradona con sus piernas brillosas.
– ¿Llegaste a Racing por accidente?
La dirigencia de Central me debía mucha plata y nos fuimos junto a Fernando Lanzidei. Yo ya tenía 29 años y fui a complementar a un grande dirigido por Pedro Marchetta. Los primeros seis meses fueron de lo mejor en mi carrera, tal es así que en un partido contra Deportivo Español ganamos 4 a 3 e hice tres goles, pero los problemas de pago nos hicieron terminar en la mitad de la tabla.
– ¿Era un objetivo jugar en el exterior?
– Le compré mi pase a Racing donde tuve que vender un coche y me fui a Barcelona de Ecuador. El técnico era Miguel Brindisi y tenía de compañeros a Ruben Insúa y Marcelo Trobbiani. La humedad, la tendinitis y mis 31 años no me permitían tener velocidad. A los seis meses me fui a Mitsubishi de Japón, que ahora se llama Urawa Red. Junto a Patricio Mac Allister fuimos los primeros dos jugadores internacionales. A base de comer pescado, acupuntura y masajes, mejoré un montón. En el 2000 me homenajearon en la cancha previo a un partido.
– ¿Cómo surgió lo de Atlético Pilar?
– Es la primera vez que dirijo a un equipo de AFA. Este torneo promocional te lleva a entrenar a chicos que estudian y trabajan en su gran mayoría. Somos conscientes de que enfrentamos a equipos que tienen otra estructura como Metalúrgicos o Camioneros. El objetivo primario es ir creciendo en el torneo para que en la próxima temporada intentemos ir por mucho más. Es un torneo que te permite ascender a la Primera C. No pierdo la pasión y se lo transmito a los jugadores.