La atención de los argentinos se concentra en que se mantenga el descenso de la alta inflación y la estabilidad del precio del dólar en el tiempo, más allá que los factores que están preocupando a los analistas son la pérdida de competitividad del tipo de cambio y la baja en la actividad.
Camilo Tiscornia, economista y director de C&T Asesores, en una entrevista a iProfesional, destacó que “el presidente Javier Milei habló de la necesidad de contar con u$s15.000 millones más para poder hacerlo. Eso llevaría a las reservas netas a u$s10.000 millones, lo que virtualmente permitiría reemplazar la base monetaria a un tipo de cambio de $1.000 por dólar”.
-¿Cómo califica el desempeño hasta el momento del Gobierno?
-Creo que se están dando pasos muy importantes para intentar restablecer un orden macroeconómico, indispensable para que en algún momento la economía argentina pueda volver a crecer. El aspecto central es la eliminación del déficit fiscal, que facilitó, junto con la emisión de bonos para importadores, la contención de la oferta de dinero.
A su vez, la combinación de esto con la persistencia de gran parte del cepo, está favoreciendo la acumulación de reservas internacionales en el Banco Central, que es otro aspecto sumamente positivo. A lo que se le suma la contención de las brechas de los tipos de cambio.
Otra dimensión clave fue el sinceramiento de precios que venían absolutamente distorsionados por el gobierno anterior, sobre todo del tipo de cambio oficial y las tarifas de servicios públicos. No es posible pensar en una estabilidad macroeconómica duradera sin resolver esas distorsiones.
Este conjunto de correcciones, claramente necesarias, produjo efectos sumamente negativos en las dimensiones que más repercuten en la población de forma directa: la inflación aumentó inicialmente, el salario real cayó fuertemente y la actividad económica se contrajo.
El economista Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores, rescata las medidas macroeconómicas del Gobierno, pero alerta que se debe evitar el atraso cambiario.
No obstante, la inflación da señales de estar cediendo, a pesar del fuerte impacto de las correcciones de precios atrasados. Nuestro relevamiento de precios muestra que la inflación núcleo se encuentra por debajo del 10% en cuatro semanas en la tercera semana de marzo, un valor muy elevado pero notablemente menor que el 30% de diciembre. Se trata de algo sumamente positivo y que refleja la mayor consistencia de la política económica.
-Al respecto, el precio de los dólares libres se encuentra estable, ¿qué ocurrirá cuando comience la liquidación de la cosecha gruesa?
-La tranquilidad de los diversos tipos de cambio en un contexto en que el BCRA acumula reservas es señal de que, en las condiciones actuales, hay una oferta excesiva de divisas. ¿De dónde proviene? De una combinación clara: devaluación inicial, persistencia del cepo y dólar “mix” para exportadores.
Esa moderación está repercutiendo en la gradual pérdida de la competitividad que se logró con la devaluación de diciembre ya que, si bien la inflación viene bajando, se mantiene muy elevada. Es inevitable la especulación con otra devaluación pero el Gobierno, hasta el momento, la pudo desactivar.
Entonces, la proximidad del ingreso de divisas de la cosecha es clave pero indudablemente, tarde o temprano, el Gobierno deberá evitar que la tendencia al atraso cambiario se profundice. La liberación del cepo puede jugar un papel clave.
-¿Puede haber dolarización en ese marco?
-A hoy, todavía no es posible: el Banco Central sigue teniendo reservas internacionales netas negativas en unos u$s5.000 millones. El Presidente Javier Milei habló de la necesidad de contar con u$s15.000 millones más para poder hacerlo. Eso llevaría a las reservas netas a u$s10.000 millones, lo que virtualmente permitiría reemplazar la base monetaria a un tipo de cambio de $1.000 por dólar. Pero, incluso, puede no ser suficiente en caso de que, al dolarizar los depósitos, hubiera una salida de capitales. Por ende, no parece probable una dolarización en el corto plazo.
No obstante, de continuar la buena dinámica del mercado de divisas, la apertura del cepo estará más cerca. Más aún si, eventualmente, se contara con apoyo de FMI, al igual que la implementación de medidas que favorezcan la competencia de monedas, un objetivo muchas veces defendido por el Presidente.
La tranquilidad cambiaria, para Camilo Tiscornia, puede seguir en los próximos meses con la liquidación de la cosecha gruesa del campo.
-¿Qué puede suceder con la inflación en este escenario económico de anuncios de ajustes de precios y menos actividad?
–Todavía hay precios regulados muy atrasados, especialmente el gas, pero también sigue habiendo atraso en electricidad, agua y transporte. Esto implica que su corrección, que es indispensable, seguirá provocando fuertes aumentos de precios. Frente a ello, se verifica una baja importante en la inflación núcleo, la que deja de lado a esos precios y a los estacionales.
Por ello, es probable que veamos una inflación total que se mantendrá alta, con leve tendencia a la baja, pero una núcleo que puede descender más rápidamente.
Que esto último ocurra dependerá críticamente de que no se produzca otro salto fuerte del tipo de cambio y ello, a su vez, dependerá de dos aspectos clave: una buena oferta de divisas, algo que la cosecha aportará; y la persistencia del ajuste fiscal, para mantener la contención monetaria y reducir las expectativas de inflación.
-¿Cuál es el panorama que prevé para los próximos meses?
Hay varios hitos a los que habrá que prestar atención, como el manejo del tipo de cambio oficial, por la tendencia al atraso cambiario que el Gobierno deberá atender, y el desafío será contener al precio del dólar sin provocar otro salto de la inflación.
También habrá que seguir atento a que la inflación núcleo siga bajando, clave para contener el atraso cambiario y sostener el apoyo social al programa económico.
Al mismo tiempo, la actividad económica se tiene que recuperar. Es que la baja de los últimos meses era esperable, no sólo por la magnitud del ajuste fiscal y cambiario, sino por el adelantamiento de consumo que se dio el año pasado con el famoso “plan platita”. Pero la reversión de esa baja es otro aspecto fundamental para la sustentabilidad social del programa económico.
Finalmente, habrá que ver qué ocurre con el avance legislativo de los proyectos oficiales y el Pacto de Mayo, como señal de que la nueva política económica se podrá mantener en el tiempo, de modo de alargar el horizonte de la inversión, y como forma de favorecer la competitividad de más largo plazo de la economía.-