Friday, 27 December, 2024
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Migraña: la enfermedad silenciosa que en Argentina afecta a uno de cada diez adultos

“La migraña es un dolor silencioso que pocos entienden”, define Valeria (26), una sufrida paciente. Es que esta molestia suele ser percibida, justamente por quienes no la sufren, como un dolor de cabeza fuerte. Sin embargo, es mucho más que un síntoma “menor” que se soluciona tomando aspirinas. 

Para diez de cada cien personas que viven en la Argentina la migraña es una enfermedad que las afecta profundamente, que se define como “discapacitante” y que muchas veces se arrastra durante años sin recibir ningún tratamiento adecuado.

El 22 de julio el mundo recuerda el Día del Cerebro y –en ese marco– resalta un estudio hecho hace pocos años en la Argentina que demostró que el 9,5% de la población adulta de nuestro país padece migraña, cifra que se eleva hasta el 14% de las mujeres durante sus años fértiles.

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“Todo el tiempo llegan pacientes al consultorio que han pasado años sufriendo sin tener un diagnóstico correcto ni recibiendo tratamiento adecuado. Hasta me han consultado personas que ya llevan más de veinte años con estos ataques”, le contó a PERFIL María Teresa Goicochea, jefa del Servicio de Cefaleas del Departamento de Neurología de Fleni. Y agregó: “En una investigación internacional que se publicó el año pasado, se encontró que hasta el 40% de los pacientes migrañosos pasaron más de cinco años efectuando numerosas visitas médicas sin obtener un diagnóstico. Y el 35% consultó con, al menos, cuatro o más especialistas antes de recibir el diagnóstico de migraña”. 

Por otra parte, los epidemiólogos calculan que casi la mitad de los pacientes con esta patología (44%) directamente la padece hoy, sin tenerla identificada y la OMS la considera una de las causas más frecuentes de discapacidad a nivel global.

Es, además, una enfermedad que en todo el mundo –y especialmente en Argentina– suele estar subdiagnosticada y también subtratada.

Enfermedad. Según recuerda Goicochea junto a la neuróloga Yasmin Bravo, también experta en cefaleas en Fleni, “la migraña no es solo un dolor de cabeza, ni siquiera es un síntoma. Es una enfermedad, y la clásica cefalea puede (y suele) venir acompañada por otras manifestaciones como hipersensibilidad a la luz o al ruido; muchas náuseas o vómitos, entre otros. Es un tipo de dolor que suele ser pulsátil y afectar uno de los hemisferios de la cabeza”, explicaron las neurólogas.

Además, si no se lo trata con la medicación adecuada de “rescate” y –eventualmente– preventiva; puede crecer y pasar de ser un dolor moderado a volverse severo. Y esto puede darse en episodios que duran cuatro horas pero pueden extenderse hasta tres días seguidos, lo cual explica el alto grado de discapacidad que puede generar en las personas.

Según Goicochea, muchas personas con migraña se la controlan con calmantes pero –y acá salta una alarma–, “estos deben ser indicados y supervisados por un médico y deben ser tomados en la forma correcta para cortar el ataque. Porque muchas veces ocurre que estos pacientes consumen una gran cantidad de analgésicos que, irónicamente, les terminan provocando un empeoramiento del dolor”. De hecho, esta situación hasta tiene su propia definición médica: “cefalea por abuso de medicación”.

Según las expertas, los ataques de migraña son multifactoriales: “Es una patología que tiene una base genética, pero hay varios elementos externos que pueden disparar, o agudizar, cada episodio: desde el sobrepeso a la calidad del sueño de la persona o los ayunos prolongados o intermitentes (justamente un tipo de dieta que hoy está de moda).

Además, es un tema que no respeta la igualdad de géneros. Por razones que tienen que ver con variaciones en las concentraciones hormonales propias del período menstrual, las migrañas afectan a las mujeres hasta tres veces más que a los varones, ya que la fluctuación de los estrógenos suele aumentar la sensibilidad cerebral y la actividad de los neurotransmisores asociados a episodios de migraña. “En otras palabras –en general– quienes más la sufren y reciben el mayor impacto sobre su capacidad productiva y su actividad cotidiana son las mujeres de entre 15 y 50 años de edad”, sintetizó Goicochea.

De todos modos, las neurólogas reconocen que es una afección que todavía tiene algunos recovecos y procesos moleculares en los tejidos cerebrales afectados y que provocan el dolor, que la medicina no ha terminado de desentrañar. “Sí sabemos que son cerebros que tienen una alta hiperactividad a determinados estímulos externos. Eso provoca una actividad vascular exagerada en las meninges y la consecuencia: síntomas y sensaciones que rodean al dolor agudo que puede durar horas”.

Para manejar esta enfermedad incurable, los expertos recetan diversos fármacos, acompañados de cambios en los hábitos vitales (ejercicio físico, alimentación, etc.). “Con esto entre el 70 y el 80% de los pacientes logran tener un buen control de los episodios”, dijo Goicochea. Y concluyó: “No dejarán de tener de tanto en tanto alguna migraña, pero sí podrán mejorar mucho su calidad de vida cotidiana”.

Por exceso de calmantes

Las estadísticas de los consultorios neurológicos sugieren que prácticamente el 2% de toda la población mundial sufre episodios de cefaleas por el sobreuso de la medicación analgésica, algo que están tomando justamente ¡para calmar el dolor! 

Los médicos lo definen como “el dolor de cabeza que aparece más de quince días al mes, acompañado de un uso excesivo,  durante más de tres meses, de uno o más fármacos de los empleados habitualmente para el tratamiento sintomático agudo de la cefalea. 

“Suelen ser pacientes que pueden tomar calmantes a repetición, hasta 10 o 15 veces por mes –y a veces más–, buscando contener su sintomatología de alguna manera. Se sienten realmente mal y no pueden hacer ninguna actividad sin tomar algún analgésico”, explicó Goicochea. 

Estas personas combinan diversas pastillas para poder concurrir a su trabajo, atender a su familia, salir con amigos, o ir a la escuela o la facultad. O sea, para intentar llevar adelante su vida cotidiana. Y tomar esa cantidad de medicación, irónicamente, termina empeorando su condición y provocándoles nuevas cefaleas y mayores dolores.

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