En ese contexto, en su campaña prometió una suba de aranceles por hasta el 20% a cada importación que ingrese a Estados Unidos, mientras que el porcentaje para las importaciones chinas ascendería al 60%.
Al mismo tiempo, advirtió que impulsará un arancel del 100% a los países que no utilicen al dólar estadounidense para comercializar con el exterior.
El FMI, ¿a contra mano de la política trumpista?
Sin embargo, no todos los actores económicos parecen estar de acuerdo con su postura. El propio FMI el 17 de enero publicó su actualización de las perspectivas económicas mundiales 2025, en donde dedicó varios párrafos advirtiendo por las decisiones económicas estadounidenses.
Lo sobresaliente de las críticas del Fondo es que decide iniciar el capítulo “Factores que afectan a las perspectivas” rechazando la ola proteccionista como factor de crecimiento.
“Una intensificación de las políticas proteccionistas, mediante una nueva ola de aranceles, podría exacerbar las tensiones comerciales, mermar la inversión, reducir la eficiencia del mercado, distorsionar los flujos comerciales y alterar una vez más las cadenas de suministro”, advierte el FMI.
Julieta Zelicovich, doctora en RRII por la UNR e investigadora del área política productiva de Fundar, entiende que el organismo prevé un escenario internacional “marcado por la incertidumbre económica” en parte por una serie de anuncios de Trump en materia de políticas proteccionistas, pero también sobre otros cambios en materia cambiaria y monetaria.
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Proyecciones de crecimiento por región según el FMI.
La pregunta entonces reside en cómo podría afectar a la relación FMI – Trump la mirada crítica del organismo sobre este combo de decisiones, considerando que el mandatario estadounidense se muestra escéptico frente a las entidades multilaterales.
“La inclusión de estas consideraciones en los reportes reflejan cómo los staff técnicos del FMI, pero también de otros organismos internacionales, como la Organización Mundial de Comercio o el Banco Mundial, observan e interpretan los efectos potenciales de esta medida”, explica la especialista.
Sin embargo, considera que no forma parte de un discurso nuevo y que “no debería tomarse como una ambición a tener injerencia sobre la política de Trump”, sino como un capítulo de una relación tensa que se da entre el mandatario y la directora del Fondo Monetario, Kristalina Georgieva, que tendrán que ir moldeando.
Para el ex representante frente al FMI, Héctor Torres, el FMI “no tiene nada contra Trump”, pero sí lo critica porque tiene la obligación de “alertar sobre las repercusiones negativas” que las políticas nacionales pueden tener sobre el resto de sus miembros.
Respecto de la suba de aranceles, considera que aumentarlos unilateralmente condiciona el mercado de EE.UU a objetivos geopolíticos. “Eso rompe con el sistema de reglas que EEUU ayudó a crear y promueve un mundo geoeconómicamente fracturado y de gran imprevisibilidad”, advierte el profesional.
Asimismo, Trump insistió con que los aranceles estarán focalizados en países extranjeros para “enriquecer a los ciudadanos” en lugar de gravar a los estadounidenses para “enriquecer a otros países”.
De hecho, el mismo lunes le ordenó a sus funcionarios que elaboren medidas de represalia contra los países que aplican gravámenes “extraterritoriales” a las multinacionales estadounidenses, en una medida que amenaza con desencadenar una confrontación mundial sobre los regímenes fiscales.
China, el gigante que avanza en el tablero geopolítico
¿Podrá Trump alcanzar su objetivo? Según un ex funcionario que tuvo su paso por Estados Unidos y China, la diferencia está en que el gigante asiático ganó mayor espacio en términos de soberanía tecnológica y se posicionó de forma mucho más sólida en la región, liderando organismos como el BRICS, APEC, Unión Africana o la Organización de Cooperación de Shanghái.
Por caso, China actualmente encabeza el 32,3% de la producción global de autos, lo que equipara a la producción de Europa, Japón y EEUU juntos (35%).
A su vez, las empresas que pretende relocalizar Trump, miran al mercado chino de 400 millones de consumidores medios, el doble que Estados Unidos, y que proyectan se duplicará en los próximos 10 años.
“En lo discursivo sirve construir un nuevo enemigo, pero en la práctica la suba de aranceles le va a traer complicaciones. Las cadenas globales de valor tienen muchos actores aunque EEUU y Europa visualicen que ganar soberanía logística es clave”, analiza la fuente.
Empresarios locales también piden “Argentina para los argentinos”
En el plano local, el desembarco de Trump en la Casa Blanca capta la atención del sector empresarial: las políticas industriales que garantiza aplicar sirven de referencia para el mercado interno en términos de discutir un plan para la industria, pero los empresarios temen que la desindustrialización siga su camino.
Para Román Guajardo, presidente de la Unión Industrial Región Rosario, si bien es prematuro arrojar conclusiones, estima que las exportaciones argentinas “podrían resentirse frente a medidas proteccionistas” como las que buscará encabezar Trump.
Al mismo tiempo, se pregunta cuál sería el destino de los productos chinos, que podría verse modificado en caso de recrudecer los cargos a las exportaciones del país asiático.
En la misma línea, un importante empresario del sector metalúrgico estima que si EEUU pone “muchas trabas” al ingreso de productos asiáticos, Latinoamérica aparece como un mercado clave para que China “vuelque su excedente de producción” y traer aparejado “riesgos de competencia desleal que se presentan”.
A su vez, Oliver Maltz, secretario de la Unión Industrial Argentina (UIA) joven, adelanta que su temor pasa por la suba de aranceles a las importaciones de China y que la sobre oferta de productos “tengan que rifarse a otros países y quedar regalados, afectando a la industria argentina”.
Entonces, si Milei presenta un plan de flexibilización de importaciones y atraso cambiario, ¿por qué apoyaría a Trump si su política industrial es completamente distinta?
El ex funcionario del Fondo sostiene que el mandatario estadounidense está decidido a usar al Estado para influenciar en sus decisiones corporativas, en tanto su par argentino cree que lo mejor que puede hacer es no interferir en las decisiones corporativas, “dejar hacer” al mercado.
En tanto, Zelicovich sostiene que la política de Milei se basa en una decisión fuertemente ideológica, basada en dogmas, y no basada en intereses particulares.