En el marco de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, y en coincidencia con la reunión de periodistas de todo el mundo en Roma, organizada como parte del Jubileo de los Comunicadores, el papa Francisco brindó en el Vaticano un mensaje cargado de reflexiones sobre el papel de los medios y la comunicación en la sociedad actual.
Allí alertó sobre la “dispersión programada de la atención” a través de los sistemas digitales, que, “al perfilar a los usuarios bajo lógicas de mercado, modifican nuestra percepción de la realidad“, y sirven para ”identificar un enemigo, contra el cual lanzarse verbalmente, parece indispensable para autoafirmarse”.
Para contrarrestar este fenómeno que -según él- agrava la polarización y dificulta la construcción de un diálogo auténtico, Francisco promovió “una comunicación no hostil, que difunda una cultura del cuidado, que construya puentes y atraviese los muros visibles e invisibles de nuestro tiempo”. Y sostuvo: “Hay que contar historias llenas de esperanza, teniendo en cuenta nuestro destino común y escribiendo juntos la historia de nuestro futuro”, expresó.
Por ende, el líder de la Iglesia católica calificó como “indispensable” el compromiso valiente de los profesionales de la comunicación para enfrentar los desafíos actuales. Y advirtió sobre los peligros de un entorno mediático dominado por “pocos centros de poder” que controlan un volumen sin precedentes de datos e información, lo que contribuye a la manipulación y la división social.
“Con mucha frecuencia la comunicación no genera esperanza, sino miedo y desesperación, prejuicio y rencor, fanatismo e incluso odio” y se llegan a utilizar “informaciones falsas o deformadas hábilmente para lanzar mensajes destinados a incitar los ánimos, a provocar, a herir”, sintetizó el Santo Padre.
En este sentido, hizo un llamado a “desarmar la comunicación”, enfatizando que reducir la realidad a simples eslóganes no conduce a resultados positivos. Por ello, instó a los comunicadores a superar las “enfermedades” del protagonismo y la autorreferencialidad, evitando discursos vacíos que no incluyan a las audiencias. Y animó a los profesionales de los medios a descubrir y compartir historias de esperanza que, aunque a menudo permanecen ocultas, tienen el poder de inspirar y transformar.
El Papa, además, destacó la importancia de dar voz a los más vulnerables, aquellos que enfrentan las mayores dificultades en el mundo actual. Mencionó ejemplos como “las madres que rezan por el regreso de sus hijos de las trincheras, los padres que migran en busca de un futuro mejor y los niños que, a pesar de las adversidades, encuentran motivos para sonreír y jugar”.
Según el pontífice, “es hermoso encontrar estas semillas de esperanza y darlas a conocer. Ayuda al mundo a ser un poco menos sordo al grito de los últimos, un poco menos indiferente, un poco menos cerrado”.
El Papa concluyó su mensaje con una reflexión sobre el impacto de los avances tecnológicos en la comunicación. En este sentido, instó a los comunicadores a “no olvidar el rostro humano” detrás de cada historia y a utilizar la comunicación como un medio para “sanar las heridas de nuestra humanidad”. Según el pontífice, este enfoque es esencial para escribir juntos la historia de un futuro más esperanzador y solidario.