Ante la inminencia del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la segura llegada de dólares frescos para fortalecer las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA), volvió el combate de fondo de los economistas locales enrolados en las múltiples tendencias de la ortodoxia criolla. Cercanos y lejanos al gobierno de Javier Milei. La posibilidad, ahora cierta, de abrir el cepo cambiario, volvió a formar los cuatro grupos en pugna; que desde que el libertario llegó al poder debaten cómo, cuándo, de qué manera, con qué profundidad y con qué método, se podrían liberar las múltiples y económicamente lapidarias restricciones al acceso a los dólares. Los grupos son los de siempre. Halcones/ halcones. Halcones/ palomas. Palomas/ halcones. Palomas/ palomas. Todas con posiciones claras sobre cuál es el mecanismo para salir del cepo. Pero se coincide en un número básico. Para abrirlo el BCRA necesita como piso unos US$ 10 mil millones. Dinero que, descarta la feligresía ortodoxa local, llegará con el nuevo Facilidades Extendidas del FMI. Y aunque este dinero quede sellado en las arcas de la entidad que dirige Santiago Bausili, y que esté prohibido usar las divisas para la política cambiaria de contracción especulativa de un tipo de cambio revaluado; se especula con que el resto del dinero que pueda ingresar durante el 2025 vía liquidación sojera o los primeros dólares de Vaca Muerta, podrían utilizarse para la apertura del cepo. Para esto, el FMI estaría de acuerdo.
Se abre entonces el debate sobre el método. Y ahí las divisiones.
– Halcones/ halcones. Los más libertarios, quizá demasiado embebidos por la teoría sin mucha práctica, recomiendan tomar toda la medicina de una vez y asimilar las consecuencias rápido, para que lo antes posible la economía llegue a los nuevos equilibrios que propiciarán el fin de todos los males que generan el retraso cambiario y la intervención en el mercado de compra y venta de dólares. Este grupo (en general integrado por los asesores más libertarios del Presidente) rechaza desde siempre las visiones del FMI, ya que las considera las recomendaciones del organismo como meramente intervencionistas. Sobre la falta de fondos para la apertura del cepo de manera total a inmediata, consideran que rápidamente habría un nuevo tipo de cambio de estabilidad. Si los efectos sociales de una decisión de este tipo fueran negativos, son “casualities of war”, inevitables. Una inflación temporal y superable. Pero no creen en fogonazos duros.
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– Halcones/ palomas. Son libertarios, pero con algo más de experiencia en la gestión. Defienden la apertura del cepo con la mayor rapidez posible, tomando las medidas que sean necesarias; pero considerando los avales técnicos del FMI como soporte técnico inevitable. Incluyendo las medidas requeridas desde la sede de Washington. La única condición para aceptar esas condiciones es la rapidez en la instrumentación de un nuevo acuerdo. La necesidad de la intervención del FMI se basa en que, a diferencias de los halcones/ halcones, consideran que es muy posible que la salida del cepo de manera rápida y sin reservas suficientes genere inflación, una situación social que podría ser inmanejable.
– Palomas/ halcones. Dan un paso más en el tiempo que los anteriores; al considerar también inevitable la intervención del FMI y la firma de nuevas facilidades extendidas, pero creyendo, además, que una negociación de este tipo demandará tiempo y discusiones profundas. Consideran, que no habría posibilidades de abrir el cepo sin reservas fuertes, y que una decisión de este tipo podría llevar al país a una inflación que superara el nivel fogonazo. Aparece aquí la fantasmagórica figura de una híper. Lo dijo a fines del 2024 Ricardo Arriazu, uno de los economistas más escuchados por el Gobierno.
– Palomas/ palomas. Creen en abrir el cepo. Creen en la fiscalización del y en la desregulación general de la economía. Sin embargo, están convencidos de que hay una imposibilidad fáctica, y que profundizar el debate en las actuales condiciones es perjudicial para la realidad económica y financiera, generando aún más zozobra para el mercado cambiario. Creen que por unos meses más deberá continuar el ritmo del “crawling peg” del 1% mensual y esperar una reacción activa de las reservas para junio, al menos. Y calibrando la velocidad de incremento. En términos futboleros, sostener el cero a cero y esperar hasta el segundo semestre para abrir el tipo de cambio y de manera restringida y gradual.
En este último grupo milita el Ministerio de Economía y el BCRA. Donde no se quiere ninguna sorpresa. Cuando llegue el dinero del FMI, lo que primará es la prudencia y la gradualidad. Controlada y monitoreada por el Fondo.
Hay otro dato que se debe sumar al análisis. No hay un cepo. Hay cuatro. El más común, es el acceso popular a las divisas, vía compra clásica del pasado vía bancos y también con billeteras virtuales. Hoy en día rigen las restricciones de tiempos en los que Alberto Fernández y su gente hacían malabares para sostener el tipo de cambio; sin éxito final. Esas trabas incluían la imposibilidad de acceder a más de US$ 200 mensuales, con restricciones soviéticas. Las que curiosamente rigen hoy con gobierno libertario. La apertura de este cepo es utópica. Y será la última traba en levantarse; más allá de algún tipo de espejito de colores vía el alza del tope de US$ 200 dólares y de las trabas múltiples hoy vigentes.
El segundo cepo es la posibilidad de que los tenedores de deuda en pesos puedan cambiar a dólares, sin más trámite que un asiento financiero. También se trata de una utopía. Cálculos conservadores hablan de un total de deuda en moneda local por unos US$ 20 mil millones. Y ni en los mejores sueños de llegada de divisas del FMI, otros organismos e inversores que traigan sus dólares, se puede pensar en que ese dinero estaría disponible. Sólo podría pensarse en una gradualidad de apertura en el largo plazo, vía canje de deuda de pesos a dólares con vencimientos más allá de los cuatro años.
El tercer cepo es la posibilidad que las empresas multinacionales que ganaron dinero en el país, puedan derivar esos dividendos a sus casas matrices. Obviamente el exterior. Para el Gobierno, el FMI y, obviamente, los privados, es un paso fundamental para ganar confianza en el mundo económico sobre la seriedad del proceso de cambio que rige hoy el país. Pero, otra vez, faltan dólares. Muchos. La idea del oficialismo es ensayar una apertura también gradual, comenzando por los que tienen sus ganancias retenidas desde más allá del 2023 hacia atrás, para luego ir avanzando hasta la actualidad. Y con la alternativa de la colocación de deuda para las ganancias generadas de ese año hacia delante. Otra vez, el gradualismo, pero con menos pasión que la primera y segunda versión del cepo.
Finalmente se llega al cepo más cercano a su apertura. El de las importaciones. Considerado el principal a levantar para que la actividad económica pueda repuntar. Los interesados se dividen en tres grupos. El primero, los que aceptaron a comienzos de la gestión los bopreales para importadores. Luego vienen los que ingresaron a los RIGI, que necesitan de importaciones para desarrollar sus proyectos. Finalmente llegan los importadores clásicos, que necesitan insumos, bienes de capital y servicios. Se dice en el oficialismo que falta muy poco para normalizar el acceso a las divisas por parte de los importadores; y que la llegada de los dólares del FMI será el impulso final. En definitiva, no habría problema con este grupo, ya que los dólares que llegan y se van son siempre al precio oficial; ya que el blend habrá dejado de existir horas después de la firma del nuevo acuerdo. Y habrá además algún tipo de guiño técnico desde el FMI para que este cepo sea el primero que se levanta.
Comienzan esta semana los tiempos de definiciones. Y de la apuesta final del Gobierno para comenzar el período de decisiones económicas que determinarán, seguramente, si tendrá éxito o no, en su faena. El acuerdo con el FMI y la disponibilidad de dólares para terminar con las restricciones para el acceso a las divisas, será en definitiva el tercer termómetro con el que se medirá si Javier Milei logró su cometido. Los otros dos son la reducción de la inflación y la caída en los índices de pobreza. Comenzó la carrera para los tres.