Se mantuvo inmóvil durante años. Pero ahora lo que parece ser un solo inversor movió desde tres direcciones diferentes un total de 10.063 bitcoins que, a la cotización actual equivalen a 1260 millones de dólares. Las billeteras habrían recibido los bitcoins el 13 de diciembre de 2020, cuando el valor del activo estaba alrededor de los US$18.000. Su inversión inicial redundó en una ganancia del 560%, poniendo en evidencia a otro de los grandes beneficiados de la compra temprana de la moneda.
Según reporta Arkham Intelligence, todos los activos de las tres billeteras fueron a una dirección común, lo que sugiere que la persona que movió todo es la misma. Dos de ellas no habían tenido ninguna actividad desde hace años, salvo una que movió 7 bitcoins en 2022. De acuerdo con cálculos, el usuario habría invertido alrededor de 181 millones de dólares en un comienzo, lo que se multiplicó por seis al día de la fecha. Y la buena noticia es que no se sabe cuánto más podrá subir: bitcoin acaba de romper su récord de cotización y llegó a US$ 120.000.
Este tipo de movimientos son propios de lo que se conoce en el ecosistema como “ballenas”, aquellas billeteras con una gran cantidad de activos que fueron adquiridos a precios muy bajos durante la era Satoshi —el periodo fundacional de bitcoin entre 2009 y 2011—. Algunas de ellas, como el caso citado, las adquirieron más tarde, pero el valor de los activos hoy es tal que se asemeja al peso de una “ballena”, la cual puede influir en la cotización y en la dinámica del mercado.
Pero esta no es, definitivamente, la primera vez que pasa dentro de la blockchain. Hace pocas semanas, ocho billeteras inactivas desde 2011 y presuntamente controladas por una misma entidad realizaron una operación que captó la atención global: movieron un total de 80.000 bitcoins. Una cifra que, al valor actual de la criptomoneda, supera los 8600 millones de dólares. La inversión inicial, en este último caso, había sido de alrededor de US$210.000, cuando el bitcoin valía alrededor de un dólar o un tanto más.
Julián Colombo, director general de Bitso Argentina, explicó a LA NACION que este es un fenómeno poco común y que suele atraer mucha atención. Además, comentó que hay varias hipótesis sobre qué motiva una maniobra así. “Puede ser desde una simple reorganización de claves o consolidación de fondos (por seguridad o actualización tecnológica) hasta la intención de preparar ventas parciales o totales para toma de ganancias”, planteó.
Aunque no hay indicios de que se haya vendido el activo o se haya intercambiado en el mercado, el hecho de que actores con semejante volumen muevan sus fondos pone en alerta a los mercados. “Estos movimientos pueden generar algo de nerviosismo en el corto plazo, sobre todo si se interpretan como una señal de presión vendedora inminente”, explicó Colombo. Desde Lemon confirmaron a LA NACION que es esperable cierta volatilidad impulsada por el efecto psicológico que estos movimientos tienen sobre los traders. “Si no hay evidencia de ventas, el impacto real en el precio podría diluirse”, señalaron.
En estas situaciones, Colombo recomendó a los usuarios no sobrerreaccionar, mantener la mirada de largo plazo y gestionar el riesgo de forma informada, ya que estas maniobras pueden tener muchas explicaciones posibles y no siempre terminan en ventas directas al mercado. “El mercado de bitcoin ha crecido mucho en profundidad y liquidez en la última década”, reflexionó. “Hoy, aunque sigue siendo sensible a los movimientos de ballenas, tiene más capacidad de absorberlos”, añadió.
Rachel Conlan, directora global de marketing en Binance, explicó que esto es un movimiento que ven todos los días, pero que no muchos de ellos son publicitados (solo algunos). La ejecutiva aseguró que las personas que invirtieron en un comienzo están viendo la posibilidad de activarse porque ven una oportunidad para aprovechar. “Veremos mucho de esto. Las ballenas quieren empezar a jugar el juego de vuelta”, dijo la ejecutiva, quien está confiada en que la industria financiera de cripto seguirá creciendo, aunque aún con el deber de superar su obstáculo más grande: que la gente confíe.