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El presidente de los Estados Unidos y su secretario de Salud denunciaron un esquema fraudulento en el cual los estadounidenses pagaban inmensos sobreprecios.
En mayo, en un anuncio conjunto sobre el costo de los medicamentos en Estados Unidos, el presidente Donald Trump y el secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr. revelaron una estafa histórica que ha llevado a los estadounidenses durante décadas a pagar hasta diez veces más que otros países por los mismos medicamentos.
Acompañados por el comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), Marty Makary, ambos líderes explicaron que los ciudadanos estadounidenses, que representan solo el 4% de la población mundial, generan dos tercios de las ganancias globales de la industria farmacéutica.
El presidente ilustró el problema con ejemplos impactantes: un medicamento para el cáncer de mama que cuesta USD 16.000 por frasco en Estados Unidos tiene un precio de apenas USD 1.600 en Suecia, mientras que un inhalador común para el asma que en Estados Unidos ronda los USD 500 puede encontrarse por menos de USD 40 en el Reino Unido.
Trump y Kennedy denunciaron una masiva estafa millonaria de las farmacéuticas
El poderoso lobby de las farmacéuticas
La explicación, según Trump, se encuentra en la forma en que gobiernos extranjeros negocian con las farmacéuticas.
“La Unión Europea y otras naciones les dicen: ‘Este es el precio que vamos a pagar. Si no les gusta, no venden aquí’. Mientras tanto, ningún gobierno estadounidense defendió a su gente”, denunció.
Sin ese contrapeso, las compañías farmacéuticas compensaron los bajos precios internacionales cargando el costo a los consumidores estadounidenses.
El ministro de salud se sumó a la denuncia, apuntando a la influencia del lobby farmacéutico en Washington: ”Hay al menos un lobbista farmacéutico por cada congresista, senador y juez de la Corte Suprema”, afirmó.
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Trump anunció medidas
En respuesta a este problema, Trump anunció la implementación de un decreto que establece un nuevo estándar: los precios de los medicamentos en Estados Unidos no podrán superar los precios más bajos pagados por esos mismos medicamentos en otros países desarrollados.
La lógica, dijo Trump, es sencilla: si un medicamento cuesta USD 100 en Australia y USD 1.000 en Estados Unidos, se ajustará al precio australiano. Y para quienes alegan que esos altos precios financian la investigación y el desarrollo (I+D), Trump propone una solución: que otros países comiencen a pagar más. “Ya no vamos a subsidiar la atención médica mundial”, enfatizó.
La administración le ha dado a las compañías farmacéuticas 30 días para comenzar a implementar el nuevo sistema de precios. Si no cumplen voluntariamente, la Casa Blanca usará su fuerza comercial, como sanciones y aranceles a países que mantengan precios artificialmente bajos, para garantizar el cumplimiento.
Trump concluyó asegurando que esta medida no busca perjudicar a las farmacéuticas, sino redistribuir equitativamente la carga financiera global: “No se trata de que ganen menos, sino de que todos paguen lo justo”.
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