Saturday, 2 August, 2025
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Cuánto estima el FMI que crecerá la economía, la inflación y cuáles son los riesgos

Más allá de los datos alentadores, el staff advierte sobre algunos riesgos. Entre ellos, menciona las elecciones de medio termino y la excesiva dependencia de las entradas de cartera a corto plazo para financiar la cuenta corriente. Además, señala que “el tipo de cambio seguiría sirviendo como amortiguador, y se permitiría que las tasas de interés del mercado subieran según fuera necesario”.

A continuación, las principales proyecciones macroeconómicas.

PIB

El crecimiento en 2025 se mantiene sin cambios en el 5,5 %, respaldado en gran medida por un sólido remanente de la recuperación en forma de V del segundo semestre de 2024 y una demanda interna más fuerte de lo previsto en el primer semestre.

Se espera que el impulso del crecimiento se modere durante el resto del año, dadas las políticas macroeconómicas restrictivas, el menor crecimiento mundial y cierto debilitamiento del tipo de cambio real efectivo (TCER).

Después de 2025, se proyecta que el crecimiento del PIB real se mantenga prácticamente sin cambios y converja en torno al 3 % a medio plazo, aunque con contribuciones menores de las exportaciones netas.

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El FMI proyecta que el superávit primario aumente a alrededor del 2,5 % del PIB a mediano plazo.

Inflación

Tras un repunte temporal de la inflación en marzo, se proyecta que la inflación anual descienda a alrededor del 20 %-25 % para finales de 2025 (en comparación con el 18 %-23 % al momento de la aprobación del programa) y alcance un solo dígito para finales de 2026, suponiendo que las políticas macroeconómicas se mantengan restrictivas y adecuadamente equilibradas.

Fiscal

El escenario base ahora asume un superávit primario del 1,6 % del PIB en 2025 (en comparación con el 1,3 % al momento de la aprobación del programa), en consonancia con el objetivo de las autoridades.

Será necesario mantener una estricta disciplina del gasto, junto con reformas fiscales en materia de impuestos, coparticipación en los ingresos y jubilaciones, para consolidar el ancla fiscal a lo largo del tiempo.

Se proyecta que el superávit primario aumente a alrededor del 2,5 % del PIB a mediano plazo, a medida que aumenten los costos generales de los intereses con la eliminación total de las restricciones cambiarias y el acceso renovado a los mercados internacionales de capital.

La consolidación fiscal impulsará la desinflación y una balanza de pagos más sólida, a la vez que reducirá la carga actual sobre la política monetaria.

Deuda pública

Según el escenario base, la deuda pública se mantiene sostenible a mediano plazo, aunque no con alta probabilidad.

A pesar del ajuste fiscal y los avances en la extensión de los vencimientos de la deuda interna, el riesgo soberano se mantiene elevado, lo que refleja la frágil posición de reservas de Argentina, sus considerables necesidades brutas de financiamiento y el aún limitado acceso a los mercados internacionales de capital.

Dicho esto, el progreso continuo del programa fiscal y el acceso sostenido a los mercados han contribuido gradualmente a reducir los riesgos relacionados con la deuda.

Balanza externa

Se proyecta que la balanza por cuenta corriente externa pase de un superávit del 1% del PIB en 2024 a un déficit del 1,7% del PIB este año (en comparación con un déficit del 0,4% al momento de la aprobación del programa), impulsado por un sólido crecimiento de las importaciones y una flexibilización de las restricciones cambiarias y a las importaciones.

Este cambio marca un avance sin precedentes en la trayectoria macroeconómica del país, ya que, anteriormente, los saldos fiscales primarios tendían a coincidir con los saldos de la cuenta corriente.

Se espera que el déficit de la cuenta corriente se vea más que compensado por una mayor entrada de capitales. lo que permitirá una mayor acumulación de reservas.

Se estima que estas entradas superen las previsiones al momento de la aprobación del programa, respaldadas por el acceso sostenido a los mercados internacionales de capital (inicialmente previsto para principios de 2026), las reformas para atraer inversión extranjera directa en proyectos de inversión a gran escala en el marco del RIGI y un mayor endeudamiento del sector empresarial (desde una base relativamente baja).

Se proyecta que la posición de inversión internacional neta de Argentina se mantenga positiva, aunque con cambios significativos en su composición: reducciones del endeudamiento público en divisas (ya que los superávits fiscales garantizan que el acceso al mercado se utilice para refinanciar las obligaciones del servicio de la deuda en divisas que vencen), acompañadas de una reducción de la posición neta de activos externos del sector privado

Sin embargo, la sostenibilidad de la balanza de pagos sigue dependiendo de políticas restrictivas y adecuadamente equilibradas, así como de la implementación exitosa de la estrategia acordada de acumulación de reservas, en consonancia con una convergencia gradual del tipo de cambio real efectivo (TCER) hacia su equilibrio a mediano plazo.

Planes de contingencia

El informe señala que “que los siguen siendo elevados es imperativo establecer planes de contingencia en los siguientes aspectos.

Ámbito Externo

Las persistentes tensiones comerciales y las incertidumbres geopolíticas podrían afectar las perspectivas de Argentina, incluyendo la debilidad de los precios de las materias primas y el endurecimiento de las condiciones financieras globales, aunque una mayor depreciación del dólar estadounidense podría ayudar a amortiguar estos efectos.

Los avances en el logro de un acuerdo arancelario con Estados Unidos (cuyas negociaciones continúan) podrían ofrecer cierta ventaja, incluso mediante la desviación del comercio.

Ámbito interno

La posible volatilidad antes de las elecciones de mitad de mandato podría poner a prueba las aún incipientes reservas externas de Argentina.

Además, la excesiva dependencia de las entradas de cartera a corto plazo para financiar la cuenta corriente podría resultar en una parada repentina que podría descarrilar los avances en la estabilización.

Con el tiempo, un cambio hacia una combinación de políticas desequilibrada también podría afectar negativamente la competitividad en industrias clave (a través de los efectos del síndrome holandés), afectando el empleo, el crecimiento y la sostenibilidad social de las reformas.

En caso de que surjan shocks, las autoridades tendrían que activar los planes de contingencia acordados.

En tal caso, una respuesta política decisiva sería crucial para mitigar el impacto.

El tipo de cambio seguiría sirviendo como amortiguador, y se permitiría que las tasas de interés del mercado subieran según fuera necesario para apoyar la demanda de pesos y los esfuerzos de refinanciamiento de la deuda, así como para limitar el traspaso de las fluctuaciones del tipo de cambio a los precios al consumidor.

Mientras tanto, las políticas fiscales deberían endurecerse según sea necesario mediante acciones bajo la competencia del ejecutivo, ya que esto aliviaría las compensaciones entre la estabilización de la inflación, la acumulación de reservas y la estabilidad externa.

La flexibilización de las restricciones cambiarias restantes está programada para preservar la estabilidad y fomentar la competitividad, y podría extenderse aún más.

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