Friday, 10 January, 2025
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Metrópolis, el influyente filme futurista que fue censurado por los nazis y los norteamericanos y se conservó en la Argentina

Trailer de la película “Metrópolis” (1927), dirigida por Fritz Lang.

Hace 98 años el cine expresionista alemán ofreció su obra más deslumbrante con el estreno de Metrópolis en el imponente UFA-Palast am Zoo de Berlín, el cine más grande de Alemania hasta 1930. Este día marcó el nacimiento de una obra maestra del cine mudo que, casi un siglo después, continúa llevando espectadores a las salas. Con una duración de 153 minutos, el filme es de los pocos que fueron catalogados como Memoria del Mundo, por la Unesco. Dirigida por Fritz Lang y concebida junto a la novelista y guionista Thea von Harbou destaca por una mirada futurista, visionaria, y también por sus innovaciones técnicas que transformaron el lenguaje del cine. Metrópolis es una de las películas más admiradas y influyentes del siglo pasado, que inspiró como ninguna al género de ciencia ficción.

La idea de la película nació en octubre de 1924, durante un viaje de Fritz Lang a Estados Unidos. Mientras su barco se acercaba al puerto de Nueva York, quedó impactado por la silueta de los rascacielos iluminados en la noche. Según relató Lang, esa visión monumental le inspiró a imaginar una ciudad futurista que combinara esa imponente arquitectura con las tensiones sociales de una sociedad industrializada. A su regreso a Alemania, Thea von Harbou, su esposa y colaboradora, comenzó a trabajar en el guión y la novela que servirían como base para la película.

La producción, a cargo de Erich Pommer y realizada por la productora UFA, contó con un presupuesto de 5.100.000 reichsmarks, equivalente a más de 39 millones de dólares. Este colosal gasto la convirtió en una de las películas más caras de la era del cine mudo. Todavía la industria estaba en sus inicios.

Fritz Lang no puso límites a su imaginación ni a sus recursos. Puso en escena a más de 37.000 extras y para el rodaje empleó 620.000 metros de celuloide, que se redujeron a 4.189 metros en su primer corte. La superproducción insumió más de 310 días y 60 noches de rodaje, en la que innovó con el uso del proceso Schüfftan, una técnica que combinaba reflejos para crear maquetas realistas de rascacielos y paisajes urbanos. Además, Lang utilizó la cámara giroscópica, que permitía filmar panorámicas en múltiples direcciones.

Con el ascenso nazi, el director de cine Fritz Lang se exilió a Estados Unidos y continuó con su brillante carrera

Ambientada en el año 2026, el argumento de Metrópolis invitaba a reflexionar sobre la lucha de clases en una sociedad dividida entre una élite de pensadores que habitaba en la superficie y una casta de trabajadores confinados al subsuelo. A través de Freder, el hijo del alcalde de la ciudad, y María, una figura pacificadora entre los trabajadores, se explora la necesidad de reconciliación entre ambas partes de la sociedad. Por esos años, Alemania, había afrontado los gastos de reparación de la Primera Guerra Mundial por su derrota y sofocado los intentos revolucionarios de comunistas que buscaban emular la Revolución Rusa de 1917. En medio de la crisis económica escalaba en el poder Adolf Hitler, quien ya había organizado el Partido Nazi a nivel nacional para escribir el capítulo más siniestro del siglo XX.

Desde su estreno, Metrópolis fue objeto de censura y sufrió múltiples recortes, tanto sea por motivos comerciales, ideológicos como de distribución. Poco después de su presentación en su país de origen, representantes de Paramount, que distribuiría el filme en Estados Unidos, consideraron que la narrativa era demasiado compleja para el público norteamericano y le encargaron al dramaturgo Channing Pollock una edición que redujo drásticamente su duración. Pollock eliminó escenas fundamentales, como la lucha final entre Freder y Rotwang, así como tomas relacionadas con la inundación de la ciudad subterránea, un momento de alto dramatismo que expresa la máxima tensión entre clases sociales. También fueron recortadas secuencias que mostraban la danza erótica del robot convertido en la falsa María, consideradas moralmente controvertidas en la época. Esta versión abreviada de Metrópolis, de 115 minutos, fue la que se estrenó en Nueva York el 5 de marzo de 1927.

La película contó con un presupuesto de un equivalente a 39 millones de dólares (Friedrich-Wilhelm-Murnau-Stiftung, Wiesbaden, Germany)

En agosto de ese mismo año, una nueva edición de 117 minutos fue presentada en Alemania, producto de los recortes adicionales realizados por la Universum Film AG (UFA) bajo presión económica. Este filme reducido se deshizo de gran parte de la línea ideológica percibida como cercana al comunismo, así como referencias religiosas que fueron consideradas inadecuadas para algunos mercados.

Tras el ascenso del Partido Nazi en Alemania, a mediados de la década del 30, Fritz Lang, ya exiliado, continuó su carrera en Hollywood con un contrato de la Metro-Goldwyn-Mayer, donde se convirtió en uno de los principales artífices del cine negro, aunque también se dedicó a otros géneros.

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Friedrich Christian Anton Lang, así era su nombre completo, antes de huir de Alemania había recibido una propuesta del ministro de propaganda Joseph Goebbels, de hacerse cargo de la dirección de la UFA, pero el director de cine, que se oponía a las ideas impulsadas por el gobierno, le respondió que aunque su madre era católica conversa, era realmente judía, a lo que éste le replicó: “Nosotros decidimos quién es ario y quién no”. Esa misma noche se escapó, sin mirar atrás todo lo que tenía, incluso a su pareja, Thea, quien sí apoyaba la ideología de Hitler. Era la segunda mujer que perdía, la primera se había suicidado en 1920 al descubrir la infidelidad precisamente con Thea, que vivía en el mismo edificio. Se pegó un tiro en el pecho, dentro de un baño, con un arma que Lang guardaba de sus tiempos como oficial de la Gran Guerra.

Fritz Lang y su segunda mujer y colaboradora Thea von Harbou, con quien creó Metrópolis (The grosby group)

En 1936, durante el régimen nazi, la UFA llevó a cabo una versión aún más corta de esta pieza del expresionismo, reduciendo el metraje a 91 minutos, de los 153 originales. Los nuevos cortes estaban destinados a eliminar cualquier contenido que pudiera contradecir los principios del nacionalsocialismo.

La Segunda Guerra Mundial terminó de arrasar con cualquier vestigio del film. Los negativos originales se destruyeron, una pérdida irreparable para la historia del cine. Durante décadas, la única versión que pudo verse de Metrópolis fue una copia de apenas 80 minutos conservada en el archivo del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York.

Metrópolis fue una superproducción que incluyó miles de extras (Crédito: IMDB)

Desde la década de 1970, historiadores y restauradores intentaron devolver a la película su forma original. Una de las iniciativas más destacadas fue la de la Fundación Murnau, que en 2001 lanzó una versión restaurada considerada “definitiva” en ese momento. Sin embargo, esta versión seguía estando incompleta, con muchas escenas clave ausentes y la narrativa fragmentada.

El destino parecía haber condenado a Metrópolis a permanecer como un rompecabezas incompleto, hasta que un descubrimiento inesperado en Buenos Aires reescribió la historia de esta joya del séptimo arte.

En 2008, el mundo cinéfilo fue sorprendido por una noticia inesperada: se había encontrado una copia completa de Metrópolis en el Museo del Cine de Buenos Aires. El coleccionista, restaurador e historiador argentino Fernando Martín Peña, a cargo de la programación de la sala de cine del Malba, había sospechado durante décadas la existencia de esta versión en los archivos de Argentina y finalmente logró encontrarla.

La llegada de Metrópolis a la Argentina tuvo lugar poco después de su estreno en Berlín en 1927, cuando el distribuidor Adolfo Z. Wilson adquirió una copia completa del filme para su exhibición en Buenos Aires, que fue proyectada en mayo de 1928. Posteriormente, esa copia pasó a formar parte de la colección privada del crítico y productor de cine Manuel Peña Rodríguez, quien en los años 60 donó su archivo personal al Fondo Nacional de las Artes. En 1992, el material fue transferido al Museo del Cine de Buenos Aires, donde permaneció almacenado durante décadas sin ser catalogado.

Metrópolis fue una de las películas más influyentes del siglo xx

Fue recién con la colaboración de Paula Félix-Didier, directora del Museo del Cine, que Peña pudo acceder al material y confirmar lo que imaginaba. La copia encontrada, en formato de 16 mm, contenía 25 minutos adicionales que se habían considerado perdidos para siempre. Este metraje restauró escenas fundamentales, que profundizaron personajes secundarios, ampliaron la narrativa y modificaron la secuencia final de la película.

Tras este emocionante descubrimiento, comenzó un proceso de restauración liderado por la Fundación Murnau en Alemania, institución propietaria de los derechos del filme. Aunque inicialmente hubo escepticismo por parte de los alemanes en cuanto a la autenticidad de la copia, pronto fue confirmada, y las escenas redescubiertas fueron integradas a la versión restaurada.

En 2010, la película tuvo su reestreno en el Festival de Cine de Berlín (Berlinale) en una proyección histórica que marcó el renacimiento de la obra maestra de Lang. Incluyó las escenas recuperadas en la Argentina, aunque la diferencia de calidad entre las partes originales y el material adicional dejó en evidencia los estragos del tiempo. Peña, refiriéndose a esta diferencia de calidad, señaló que “los defectos de la copia argentina son las huellas del paso del tiempo sobre el material” y que era esencial mostrar la película en su totalidad para respetar la visión original de Fritz Lang.

En 2010, la restauración del filme fue presentada en el Festival de Berlín, devolviendo a “Metrópolis” su estatus mundial

La versión restaurada fue proyectada en numerosas salas y festivales internacionales, y alcanzó un reconocimiento del que no había gozado en su primer estreno hace casi 100 años. Además, la historia detrás del hallazgo inspiró la publicación de un libro escrito por Fernando Martín Peña y el documental Metrópolis refundada, dirigido por cineastas argentinos, que documentó el viaje de esta versión redescubierta hasta su triunfal proyección en Berlín.

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