Esteban Alejandro Suárez tuvo una vida ligada al delito y la violencia. En 2003 lo condenaron a 10 años de cárcel por un caso policial impactante: el crimen del relacionista público Claudio “La Clotta” Lanzetta, quien tenía 39 años cuando fue asesinado en su departamento de la calle Juncal al 3700, en Palermo. Le pegaron un tiro en la cabeza y lo dejaron atado a una silla.
Ahora, este hombre de 45 años volvió a ser noticia, por un femicidio seguido de suicidio: baleó a su pareja, Florencia Revah (31), la trasladó en su Chevrolet Onix, envuelta en una cortina de baño, y estacionó debajo de un árbol, a metros de la ruta 8, donde se pegó un tiro en la cabeza.
Lanzetta era un personaje de la noche porteña muy relacionado con la farándula.
Por su asesinato, el 26 de marzo de 2003 el Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 condenó a Suárez y dos hombres más: el que le disparó a “La Clotta”, Marcos Germán Araujo (a 15 años de prisión, ya que la unificaron con otra pena de cinco meses), y Matías Ezequiel Elorza (a 13 años).
Todos recuperaron la libertad tras cumplir con las sentencias en penales federales.
Un cuarto acusado, Gastón Rojas, fue absuelto. Fue el único de los imputados que habló durante el juicio.
En su alegato, Miguel Perotti, el abogado defensor de Suárez, expresó que su cliente “no sabía que Araujo tenía un arma y menos aún que se le iba a escapar un tiro”, por lo que consideró que había tenido una participación secundaria en el caso.
Por su parte, Pereyra declaró que los agresores irrumpieron en el departamento de “Clotta” y al grito de “al piso, putos de mierda” los maniataron y a él lo dejaron boca abajo y le taparon la cabeza con un almohadón. Luego le dispararon a la víctima.
“Se me escapó“, sostuvo Araujo, según Rojas, quien dijo haber ido al departamento con la intención de “tomar unos tragos e intimar” con el RR.PP.
La fiscal Cecilia Pombo había pedido una pena de 22 años para los acusados. La investigación fue dirigida por la jueza Silvia Ramond, quien falleció en 2020.
La madrugada del 29 de octubre de 2001, Lanzetta había llegado a su departamento del 5to. piso con su amigo Gustavo “Guga” Pereyra y otros dos hombres. En un momento, uno de ellos salió a la calle y volvió con dos cómplices armados.
Según la hipótesis de los investigadores, la víctima recibió el balazo cuando lo amenazaban para que les entregara dinero.
Los acusados fueron detenidos en la localidad de El Talar, cuando estaban por salir hacia la Costa Atlántica (Villa Gesell) en un micro.
Unos días después, en un río del Tigre, la Policía encontró el arma que se habría usado para el crimen.
Tras conocerse la noticia, una sobrina de “La Clotta”, Micaela, que homenajea a Lanzetta con cuentas en Facebook e Instagram, posteó un historia: “Una escoria menos de los asesinos“, escribió y afirmó: “Mi tío va teniendo algo de paz en casi 24 años de su asesinato“.
Consultada por Clarín, la joven contó que su mamá reconoció a Suárez por las fotos como uno de los asesinos de Lanzetta.
El horror en San Antonio de Areco
El domingo a la tarde, los cuerpos de Suárez y Revah fueron encontrados muertos dentro de un Chevrolet Onix blanco, estacionado bajo un árbol y sin patentes visibles, a pocos metros de la ruta nacional 8, a tres kilómetros del centro de San Antonio de Areco.
El auto no tenía pedido de secuestro y estaba radicado en General Pacheco, Tigre. Convivieron en una misma casa hasta que ella lo denunció por violencia de género y él se tuvo que ir. Se mudó a otra propiedad, también en Pacheco.
“A los tumbos, la pareja habría vuelto antes de fin de año. Suárez era un tipo muy celoso, la vigilaba constantemente y casi no la dejaba tener redes sociales. Creo que ella tuvo que inventarse una cuenta de incógnito, que él no supiera. Ella era muy linda, buena compañera y muy eficiente en el trabajo”, dijo a Clarín uno de los allegados de la víctima.
“Yo la conocí hace unos ocho años y sabía de una relación sentimental anterior, que también estaba contaminada. Un vínculo tóxico. Ella se iba del trabajo derecho a su casa, para que no se enojara su ex. No puedo creer lo que le pasó, aunque tampoco sorprende tanto. No se lo merecía”, agregó esta persona que la conoció.
Según pudo reconstruirse, Revah y Suárez “estaban juntos hace varios años, pero en el último tiempo iban y venían más de lo que estaban. Tenían una relación complicada, marcada por la violencia”, señaló un ex compañero de trabajo.
Hace unos años Florencia vendía autos en una conocida concesionaria ubicado sobre la Avenida Del Libertador, en la Ciudad del Buenos Aires, pero en el último tiempo habría cambiado de rubro y pasó a vender ventiladores. Él -dicen- trabajaba en una casa de cambio.
Según lo que habría declarado la madre de Revah en la Fiscalía de Mercedes, Suárez tenía además de una denuncia por “violencia de género, una solicitud de prohibición de acercamiento, cese de actos perturbación y exclusión”, que databan de abril pasado.
Revah tenía cinco impactos de bala, uno de ellos en el cuello. Mientras que Suárez, uno en la sien. “De no surgir algo de último momento de la Policía Científica, es un caso casi cerrado de femicidio y suicidio“, dijeron las fuentes.
Lo que buscan determinar ahora es dónde la mató, ya que el cuerpo fue trasladado dentro del auto hasta donde él se suicidó. Lo que se sabe es que Suárez pasó por los peajes de Larena y Solís de la ruta 8 entre las 7.10 y las 10.15 de la mañana del domingo.
En 2019, Suárez también fue denunciado por violencia de género por una pareja anterior a Revah: la agarró del cuello en una estación de servicio de Escobar, donde ella trabajaba, y la amenazó con cortarle la cara si no volvía con él.
Estuvo un año preso en la Unidad 46, dependiente del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), en San Martín. Salió en libertad a mediados de 2020. Cinco años más tarde terminó cometiendo un femicidio y se quitó la vida de un balazo en la cabeza.
EMJ