Fue una tarde de calor extremo. Hasta la hora de la cena, Maximiliano V. D. T. estuvo en la pileta del jardín de su casa de La Horqueta, en San Isidro. Ya era de noche cuando descubrió que no estaba solo. Se asustó y corrió. Se puso a salvo y trabó la puerta ventana de doble vidrio. Los delincuentes que habían irrumpido por los fondos intentaron ingresar por la fuerza, pero no pudieron ni a los golpes ni a los balazos. A los gritos, uno de los ladrones gritó: “Vamos, vámonos a la mierda”.
La secuencia quedó filmada por las cámaras de seguridad instaladas en la casa de la víctima. Eran las 21.12 del miércoles pasado. Los delincuentes ya habían protagonizado otros robos en La Horqueta, Villa Adelina y en Las Lomas de San Isidro, donde golpearon salvajemente en la cabeza a las víctimas.
En las últimas horas, tras una investigación a cargo de Patricio Ferrari, uno de los fiscales generales adjuntos de San de Isidro, y de detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) local de la policía bonaerense, fueron detenidos tres sospechosos, entre ellos el jefe de la banda conocida como Los Rompecocos, identificado como Claudio Medina, alias Mono, un delincuente con un frondoso prontuario.
Así lo informaron a LA NACION fuentes judiciales y policiales. “Había que actuar rápido porque la escalada de violencia parecía no detenerse”, explicó un detective que participó de la investigación que permitió desbaratar la organización criminal.
Los hechos que lo adjudican a Los Rompecocos no fueron al azar, tuvieron una inteligencia previa. “A diferencia de otras bandas de ladrones que roban cuando las casas están vacías, esta organización criminal irrumpía en las propiedades con las víctimas adentro y siempre en el horario de la cena. Los delincuentes querían que estén los propietarios para, por medio de una violencia extrema, sacar la información de donde estaba guardado el dinero”, explicó un investigador.
El Mono Medina y sus cómplices solo iban a buscar dólares y euros. Querían efectivo. Nada de joyas y electrodomésticos, agregaron los investigadores.
El primer golpe de Los Rompecocos ocurrió el 15 del mes pasado en el barrio Las Lomas, en San Isidro, cuando los ladrones irrumpieron por el fondo del terreno en la casa de un empresario de 62 años. La víctima fue sorprendida cuando cenaba con su esposa y uno de sus hijos.
“El empresario y su hijo fueron golpeados con la culata de un arma de fuego. Las víctimas fueron amenazadas hasta que los ladrones se hicieron de un botín de 10.000 dólares y lograron escapar por el fondo de la propiedad”, sostuvo un investigador.
Dos semanas después, la banda volvió a operar. En esa oportunidad el robo ocurrió en una casa de la calle Blanco Encalada, en La Horqueta. La víctima fue Silvia C., de 72 años. Los delincuentes agarraron del cabello a la mujer y la golpearon hasta que les dijo donde guardaba el dinero.
Cuarenta y ocho horas después, los delincuentes protagonizaron otros dos hechos más. Uno en Villa Adelina, también en San Isidro, y el otro en La Horqueta, en la casa de Maximiliano V. D. T., la víctima que logró poner en fuga a los delincuentes después de que no pudieron violentar la puerta ventana que da al jardín.
El fiscal Ferrari y detectives de la DDI de San Isidro se hicieron presentes en las casas donde ocurrieron los robos y pudieron determinar una coincidencia: parte del alambrado perimetral de los jardines estaban rotos.
“A partir de los testimonios de los jardineros y personal de maestranza, se pudo de terminar que la rotura de parte del alambrado perimetral fue hecha entre tres y cuatro días antes del robo. Ese dato ratifica que no fueron atracos hechos al voleo y que hubo una inteligencia previa”, sostuvo una fuente con acceso al expediente.
Para poder intentar identificar a los delincuentes, los detectives judiciales y policiales comenzaron por analizar las imágenes de las cámaras de seguridad públicas y privadas. Pronto se pudo identificar el automóvil en el que habían llegado a “los objetivos” los ladrones: un Peugeot 208 blanco,
No fue fácil reconstruir los movimientos de los delincuentes. “Para llegar e irse de las casas que robaban intentaban circular por zona donde no había cámaras de seguridad”, sostuvo un vocero de la investigación.
Los detectives policiales y judiciales determinaron que la chapa patente que tenía el vehículo en el que se movilizaban los delincuentes había sido robada el 8 de enero pasado en Ramos Mejía, en La Matanza. Es decir, una semana antes del primer golpe.
A partir del analizar de las cámaras de seguridad se pudo determinar que la banda comenzaba el trayecto hacia las casas robadas en San Isidro desde San Fernando por el puente de Carlos Casares.
“Circulaban por la colectora para evitar ser captados por las cámaras de seguridad instaladas en el peaje”, agregaron los investigadores.
Fuetes del municipio de San Isidro destacaron el trabajo del Centro de Operaciones Municipal (COM) y del al Anillo de Seguridad, integrado por las cámaras de seguridad, y la coordinación con la policía bonaerense para identificar a los cuatro integrantes de una banda criminal.
“Los delincuentes se creen que tienen vía libre para hacer lo que quieren, pero les tiene que quedar claro que en San Isidro trabajamos en serio, y tenemos la tarea de cuidar a nuestra comunidad”, dijo Ramón Lanús, Intendente de San Isidro.
Para evitar que las víctimas llamaran a la policía, antes de huir, los ladrones ponían en modo avión los teléfonos celulares que había en las casas que robaban. “Cuando las víctimas se daban cuenta, los delincuentes ya estaban lejos”, sostuvo un detective del caso.
El Mono Medina y uno de sus cómplices fueron detenidos en Virreyes, San Fernando. El tercer delincuente que quedó tras las rejas fue apresado en Vicente López, cuando conducía un automóvil Volkswagen (VW) Gol.
Fuentes judiciales destacaron el sistema de cámaras seguridad de la Municipalidad de Vicente López que logró identificar al chofer de la banda. Las imágenes, según los voceros consultados, permitieron acreditar que el sospechoso que conducía el VW Gol interceptado era el chofer que trasladó en el Peugeot 208 blanco a los ladrones los días de los robos en San Isidro. En su poder se secuestraron 838.280 pesos.
En el allanamiento donde fue detenido el Mono Medina, de 44 años, la policía bonaerense secuestró una pistola marca Glock nueve milímetros, que sería el arma utilizada en uno de los robos.
Los sospechosos fueron indagados anoche por el fiscal Ferrari. Medina, sindicado como el cerebro de la banda, reconoció la existencia del armamento secuestrado cuando fue detenido (la pistola Glock y una escopeta), pero negó su participación en los robos. Los investigadores explicaron que también se encontró ropa similar a la utilizada en los asaltos.
El supuesto chofer de la banda reconoció haber tenido el auto utilizado por la banda en los robos y el tercer sospechoso detenido dijo conocer a los integrantes de la organización criminal, pero afirmó haber estado de vacaciones durante los asaltos, explicaron fuente judiciales.