Mientras varios analistas alertan que el precio del dólar oficial se encuentra atrasado e indican que el Gobierno debería acelerar la devaluación mensual, que hoy es del 2%, otros expertos sostienen que se debe mantener el mismo rumbo, porque un salto cambiario podría volver a acelerar a la inflación.
“Si Argentina quiere mejorar la competitividad, claramente, no es por el camino de la devaluación del tipo de cambio”, enfatiza Fernando Marengo, economista jefe de Black Toro Global Investments, en una entrevista brindada a iProfesional.
Es decir, enfatiza que no se debe devaluar más porque eso pasa a precios, por lo que se vuelve a atrasar el valor del dólar.
De igual manera, sostiene que el Gobierno “va a estar obligado a flexibilizar al mercado de cambios y, eventualmente, levantar el cepo más temprano que tarde”.
-¿Cómo evalúa el desempeño de las medidas del Gobierno hasta ahora y el impacto que traen en la economía?
-El programa económico tiene dos partes. Una que es claramente de estabilización de las variables financieras, y la segunda etapa sería la de lograr un proceso de crecimiento sostenible en el tiempo.
Respecto a la primera etapa, creo que se eligieron de manera correcta las herramientas para su implementación. Es decir, se colocó un ancla fiscal en un país que tiene una historia de déficit en ese aspecto, ya que cuando se lo financió con deuda se terminó en una crisis de deuda. Y cuando se lo financió con emisión de pesos, se terminó en una crisis inflacionaria.
Por lo cual, cualquier programa antiinflacionario en Argentina tiene que tener un ancla fiscal. Y además es correcto que se haya puesto un ancla en el tipo de cambio nominal oficial, algo que es clave porque tenemos una economía donde todos pensamos en dólares. Es que cuando se mueve el precio del billete estadounidense, todos queremos recomponer el poder de compra en esa moneda, y también todo pasa rápidamente a precios.
Fernando Marengo, economista jefe de Black Toro, considera que devaluar más al dólar oficial volvería a traer más inflación.
En cuanto a la implementación de estas medidas también me parece correcta, porque se tiene superávit fiscal, se estabilizó el tipo de cambio, la tasa de inflación no fue tan alta pese a la fuerte devaluación, se compran reservas en un récord histórico. Obviamente todavía se está con cepo cambiario, con financiación de importaciones y tantas otras restricciones.
Y después hay un fuerte apretón fiscal y monetario, donde el bien que hoy es escaso en la economía es el peso.
-¿Son sustentables estas medidas en el tiempo o se requerirá acelerar la devaluación del precio del dólar para que no se atrase?
-Por un lado, es claro que no se necesita un nivel de ajuste fiscal como hubo en enero, que fue del doble de la meta acordada. Por lo que no se requiere tanto nivel de superávit.
Respecto al tipo de cambio, creo que es clave mantener la devaluación lenta (crawling peg) del dólar oficial en el 2%. Es que si se hace lo que muchos dicen de acelerar esta depreciación, un nuevo salto cambiario iría a una mayor inflación, algo que daría por tierra al programa antiinflacionario.
De hecho, aquellos que dicen que así el tipo de cambio real se va a volver a apreciar, para mi es absolutamente incomparable en el futuro con el valor que hubo el año pasado, si se da ahora con ajuste fiscal y corrección de precios relativos. Es que el máximo anterior alcanzado por el dólar ocurrió el último noviembre, en un marco de déficit fiscal financiado con una emisión de pesos, que no se demandaban y que generaban inflación e incrementaban la distorsión de los precios relativos. No se pueden comparar ambas situaciones.
Al mismo tiempo, el argentino piensa en dólares, entonces si se devalúa más eso pasará a precios, vuelve a retrasarse el tipo de cambio y tiempo después se va a pedir devaluar de nuevo. Por eso, si Argentina quiere mejorar la competitividad, claramente, no es por el camino de la devaluación del tipo de cambio.
Por la escasez de pesos, en las últimas semanas cayó el precio del dólar de forma notoria en todos los segmentos.
-El precio del dólar libre ha bajado en las últimas semanas, ¿qué puede ocurrir con ellos y con el tipo de cambio oficial hasta la liquidación de la cosecha?
-Lo que ocurre con el tipo de cambio es la contraparte de lo que sucede en el mercado de pesos. Cuando se ve la baja de los precios de los dólares libres, la reducción de la brecha cambiaria y al Banco Central comprando divisas, es, básicamente, porque no hay pesos en la economía, porque el Gobierno ajustó fiscalmente.
Entonces, hay superávit fiscal, donde se saca más pesos por recaudación de los que inyecta. Y se absorben pesos de la economía. Además, se coloca más deuda de la que vence, y la política monetaria crediticia está siendo contractiva porque las entidades financieras están acumulando Pases pasivos, mientras la expansión del crédito no se acelera tanto respecto al crecimiento de los depósitos, porque hay escasez de pesos.
Por ende, la gente que necesita pesos está vendiendo sus dólares a los mercados alternativos de cambio, lo que genera una apreciación del contado con liquidación y baja la brecha con el oficial.
-¿Cómo considera que seguirá la marcha de la Economía?
-En la medida que falten los pesos, la dinámica va a ser la misma. Pero cuando empiecen a entrar los dólares de la cosecha gruesa, más los dólares del superávit energético, más la poca demanda de divisas de los importadores como consecuencia de la recesión, claramente va a ser una economía donde van a faltar pesos y sobrar dólares. Claro, siempre y cuando se mantenga el actual programa económico.
Con lo cual, en ese escenario, el Gobierno va a estar obligado a flexibilizar al mercado de cambios y, eventualmente, levantar el cepo más temprano que tarde.
De hecho, la economía argentina ya está dolarizada, pero por el momento no se puede pensar en una dolarización concreta porque se requiere no tener déficit fiscal, contar con una estabilidad de precios a la baja. También se necesita flexibilidad de salarios para mejorar la competitividad porque no se podrá devaluar; y se precisa un prestamista de última instancia para resguardar al sistema financiero.-