Ya sea para alguna investigación, del orden que sea, o por puro placer, el número de alguna revista puede brindar una hoja de ruta, una anécdota, un panorama, una información o una opinión fundamental. Las revistas argentinas (la sentencia podría ampliarse, pero delimitemos las fronteras) constituyen algo más que un mero documento de época.
Y hay una herramienta para acceder a ellas que quizás está menos difundida de lo que debería: el Archivo Histórico de Revistas Argentinas (Ahira), en donde un grupo de expertos trabaja bajo la dirección de Sylvia Saítta para poder brindar una plataforma que nuclea un enorme archivo de revistas digitalizadas. Allí están alojadas discusiones, cruces y diálogos sin los cuales hay rubros que no se pueden siquiera empezar a pensar. “Esa imagen del kiosco que es la que queremos, de alguna manera, reproducir en Ahira es la que hoy no existe” dice Sylvia Saítta en diálogo con Perfil.
La revista que rescataba del olvido a otras revistas.
–¿Cómo nace el proyecto?
–Ahira nace en el marco de proyectos académicos que tenían como objeto de estudio las revistas culturales del siglo XX. El primer objetivo era el de poner en una plataforma las revistas que teníamos en nuestras computadoras y sobre las cuales habíamos estudiado y habíamos escrito para compartir esas fuentes con otros investigadores e investigadoras que trabajaran temas similares. Muy pronto la recepción que tuvo la página excedió esa circulación en sede académica que habíamos pensado en un comienzo y por lo tanto reformulamos el proyecto.
¿Tienen manera de verificar qué tipo de revistas son las más consultadas?
–Sí, porque hay revistas que cuando llegan, el sitio estalla de visitas. Es lo que pasó por ejemplo con Cerdos y Peces, Patorurzú, Satiricón, Panorama y más recientemente lo que pasó con Primera Plana. También con revistas más difíciles de conseguir y que fueron muy importantes en el momento en que se publicaron como Diario de poesía.
Una publicación que hizo de democratizó la historia.
–¿Cómo encaran el armado de una colección?
–En muchos casos proponemos armar una colección completa. Por ejemplo, ese fue el caso de Primera Plana que nos llevó muchísimo tiempo, pero logramos armarla y digitalizarla. En otros casos son los directores o directoras de revistas que se publicaron en el siglo XX quienes nos escriben y nos ofrecen las revistas, a veces ya digitalizadas, a veces nos prestan sus colecciones en formato papel y nosotros las digitalizamos. Muchas veces algún investigador o alguna investigadora tiene una colección completa porque fue objeto de estudio y entonces nos la envía. Durante la pandemia, por ejemplo, nos escribieron muchísimas personas ofreciéndonos colecciones completas de revistas y en muchos casos hasta se ofrecieron para digitalizarlas.
–¿Cómo se financia Ahira?
–En los papeles, tenemos, en este momento, subsidios aprobados por la Universidad de Buenos Aires y la Agencia de Promoción Científica. Digo “en los papeles” porque, como sabemos, el presupuesto universitario está en riesgo y, en el caso de la Agencia, no han aparecido todavía los fondos ni de los subsidios ya otorgados ni, menos aún, de los recientemente aprobados. Tuvimos también subsidios de Mecenazgo, pero el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no publicó todavía los resultados de la última convocatoria. Y Ahira, como todos los proyectos vinculados a la recuperación y digitalización de archivos, necesita de los subsidios para sostener económicamente la plataforma, continuar con la digitalización de las revistas y mantener un archivo de acceso libre y gratuito, que hace posible la descarga de colecciones completas de revistas en un tiempo breve, dando, a su vez, la información necesaria sobre cada revista: quiénes la editaron, cuándo se publicó, en qué ciudad, con cuántos ejemplares, etcétera.
Blogs, revistas y literatura.
–¿Por qué hoy hay menos revistas culturales?
–Porque hoy el funcionamiento de las revistas es diferente. El gran cambio se produce a finales del siglo XX. Primero con la aparición de los blogs, que reemplazaron en muchos casos a las revistas en papel, y ya ha entrado el siglo XXI la circulación de revistas solo de manera virtual. Es decir, lo que hoy no tenemos es el kiosco de revistas en la esquina de nuestras casas, en las cuales convivían. Uno se paraba delante de esos kioscos y podía elegir desde la revista literaria, la revista cultural, el semanario del momento, una revista de crucigramas. Entonces, el cómo funcionan hoy las revistas requiere una perspectiva histórica que todavía no tenemos. Lo que sí puedo afirmar es que el modo en que funcionaban las revistas en el siglo XX, no es el modo en que funcionan hoy por muchísimas variables. En primer lugar, porque en el siglo XX detrás de una revista había un proyecto, aunque aquí habría que diferenciar de qué tipo de revista estamos hablando. No es lo mismo una revista comercial o un semanario como Primera Plana, Panorama, o las revistas de las grandes editoriales a los emprendimientos literarios o estéticos, culturales, poéticos, que lo que tenían detrás era un grupo de personas que decidía tener una publicación para intervenir en el campo literario, poético, musical o teatral, en suma, intervenir en ese presente. Ese modo de intervención responde a preguntas que las publicaciones de hoy no se hacen porque en su mayoría circulan por internet: cómo conseguir los recursos, ver de qué modo se distribuye esa revista, cómo se llega a diferentes zonas del país o por fuera del país, etc. Las hipótesis con las cuales se pueden pensar las revistas del siglo XX son muy diferentes de las hipótesis para pensar las revistas del siglo XXI.
EI / ED